miércoles, 12 de junio de 2013

Adiós a todo eso, de Robert Graves


Robert Graves es ante todo conocido como el autor de Yo, Claudio, novela en la que se basó la famosa serie de televisión de la BBC. Pero además de escribir novelas históricas, Graves también fue un admirado poeta, un traductor de lenguas clásicas todavía reimpreso, un erudito especialista en temas como los mitos griegos o la religión judía... Y el autor de Adiós a todo eso, una de las mejores autobiografías inglesas del siglo XX.

Pese a estar escrita cuando Graves solo tenía 33 años, el libro reúne tal cantidad de vivencias, y está escrito con tal soltura, que parece obra de alguien mucho más maduro. La primer parte, tras narrar los antecedentes familiares, está consagrada a relatar las experiencias del joven Graves en Charterhouse, una exclusiva escuela privada. Desde Orwell hasta Christopher Hitchens, la descripción de las miserias vividas en estas retrógradas instituciones se ha convertido en un clásico de las autobiografías británicas, y la aportación de Graves se encuentra entre las más destacadas, quizá porque logra combinar el patetismo de la situación con su sempiterna ironía.




Porque si hay algo que llama la atención en Adiós a todo eso, es el buen humor que su autor mantiene a lo largo de todo el libro. La parte central y con diferencia más extensa de Adiós, es la dedicada a la I Guerra Mundial, una carnicería casi inverosímil para cuya descripción el autor no se ahorra ningún detalle.

Sin embargo, su visión siempre mantiene cierta distancia, una mirada compasiva, pero también relativista. Es complejo entender que alguien como Graves, pacifista convencido, consciente de lo absurdo de la guerra y asqueado por el comportamiento de sus superiores y la cotidiana muerte de sus amigos, a la vez sienta orgullo de su papel como militar y en cada momento anteponga su servicio a la nación por delante de sus creencias personales. Hay que haber vivido esa situación, nos viene a decir, para poder comprenderlo.

La última parte del libro está dedicada a su retirada vida en el campo (no tan idílica como pudiera parecer); sus estudios en Oxford, donde conoció a algunos de los personajes más relevantes de la época, en especial a T.E. Lawrence; y su hilarante estancia en una universidad egipcia. Más tarde, Graves se instalará en Mallorca y permanecerá allí casi ininterrumpidamente hasta su muerte. Ya ha dicho Adiós a todo esto, es decir, a Inglaterra.  

El Aleph Editores
Traducción de Sergio Pitol

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