martes, 17 de septiembre de 2013

La calle sin nombre, de Marcel Aymé


Pese a que Marcel Aymé ha entrado en La Pléiade, con lo que esto supone de ser reconocido como autor fundamental, en España es poco conocido y apenas editado. Y sin embargo novelas como La calle sin nombre, escrita en 1930, se puede leer hoy como un clásico de la literatura social, sin que haya perdido un ápice de su sabor.

Pese a que en aquella época Aymé todavía era considerado un escritor de izquierdas (más tarde escribiría para publicaciones colaboracionistas), en La calle si nombre sus personajes no son héroes obreros ni ideales de comportamiento. Al contrario, son mezquinos, cobardes, violentos. Porque lo que sitúa a Aymé por encima de lo convencional es que este retrato de la miseria no busca el efecto fácil, sino que es a través del realismo más incisivo como logra mover a la comprensión.




En ciertos aspectos, la escritura de Aymé nos recuerda a la del Baroja de La lucha por la vida. Un espacio agobiante, sucio y destinado a la desaparición. Unas criaturas desvalidas, machacadas por la vida y cuya única perspectiva es la locura, la prisión o la muerte. Y todo ello a través de una escritura febril y que no ahorra ningún detalle escabroso, sin caer en el sensacionalismo.

La traducción de César Vallejo no es demasiado precisa, por ser benévolos, pero lo que pierde en fidelidad, lo gana en expresividad. El aire de la época se ha mantenido a la perfección, y el estilo descuidado de Vallejo imprime a la narración de una viveza y una autenticidad que difícilmente se podría haber conseguido con una versión más académica.

Editorial Júcar
Traducción de César Vallejo

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