jueves, 24 de octubre de 2013

La casa redonda, de Louise Erdrich



Aunque en apariencia La casa redonda cuenta una historia clásica, sería difícil clasificarla en un género concreto. Al empezar su lectura parece que entramos en el reconocible mundo de las novelas de formación, de la estirpe de Mark Twain: años 80, un niño indio americano disfruta de sus vacaciones cuando un terrible suceso pone su vida patas arriba.

Pero pronto Louise Erdrich deja claro que las cosas no son tan sencillas. El libro se puede leer también como una novela de misterio (hay un crimen y una investigación); como una novela social (el racismo latente de la sociedad); como una novela política (la incomprensible maraña judicial que desencadena la tragedia); y también como una fábula con un poderoso peso simbólico ya perceptible desde el título.

Erdrich tiene la habilidad para combinar todos estos tonos sin que se produzca un efecto pastiche. Su protagonista adolescente es creíble y su punto de vista, situado en esa línea de sombra en la que un mundo totalmente nuevo empieza a vislumbrarse, mantiene en todo momento la coherencia y una perspectiva personal.

Editorial Siruela
Traducción de Susana de la Higuera Glynne-Jones

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