miércoles, 2 de octubre de 2013

María Lejárraga, de Antonina Rodrígo



A medida que su obra dramática ha ido cayendo en el olvido, también se ha oscurecido la figura de María Lejárraga. Y sin embargo, su figura es fascinante y digna de reivindicar. Una mujer sabia, exitosa y querida por todos los que la conocieron que en sí misma ejemplifica lo mejor de un periodo de la historia de España.

Por desgracia si Lejárraga es recordada hoy en día es muchas veces como la “negra” de su marido, Gregorio Martínez Sierra. No deja de ser curioso que una adelantada del feminismo, una mujer independiente y de opiniones propias, dejara que su cónyuge firmara todas sus obras (cuando, como dice muy gráficamente Joaquín Alcaráz “Gregorio no escribía ni cartas a la familia”). Pero Lejárraga fue la autora de los mayores éxitos del teatro español de principios del siglo XX, fue una innovadora pedagoga que hizo todo lo posible por extender la educación en una atrasada España y una activista comprometida que participo como diputada en las Cortes republicanas defendiendo a los más débiles.



 
Gracias al excelente trabajo de Antonina Rodrigo en María Lejárraga, una mujer en la sombra, podemos adentrarnos en el febril mundo intelectual de la España de la primera mitad de siglo, en el que Lejárraga actuó, además de como escritora, muchas veces como madre de artistas de la categoría de Juan Ramón Jiménez o Manuel de Falla (sin duda, dos creadores difíciles de tratar); como editora de revistas modernistas (entre ellas Helios, que suponen el punto más inspirado de esta corriente en España); como introductora en el país de las obras más señeras de la literatura Europea a través de sus traducciones; o como presentadora del teatro de vanguardia, que programó en el Teatro del Arte de Madrid. Como se ve, una mujer con atributos.

Gracias a los amplios extractos de su correspondencia, el lector también puede atestiguar la calidad literaria de su autora (su calidad humana está más que comprobada). También hay que destacar la excelente prosa de Antonina Rodrigo, que no se limita a ser una notaria de los sucesos de la vida de Lejárraga, sino que escribe con una soltura y una precisión exquisitas.

Pese a que en 2012 se publicaron dos novelas protagonizadas por María Lejárraga (Cándida de Isabel Lizárraga y Palabras insensatas que tú comprenderás, de Salvador Compán), pensamos que su figura merece una reivindicación oficial que la sitúe en el lugar que se merece, como una figura admirable a la que todos deberíamos poder homenajear.

Editorial Vosa

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