miércoles, 9 de octubre de 2013

París, capital de la modernidad, de David Harvey


Si se quieren conocer los orígenes del París actual, hay que remontarse al Segundo Imperio (1852-1870), época en la que Napoleón III, con la ayuda de Haussmann , convirtió la capital de Francia en la capital de Europa y centro de la mayoría de las innovaciones artísticas que surgieron en el continente, al menos hasta la Segunda Guerra Mundial.

Pero el esplendor del que podemos disfrutar hoy y que otorgó a París una aureola de ciudad modélica, está fundada sobre el autoritarismo, la ruptura más o menos gradual con la tradición y el sacrificio de sus habitantes más débiles. En París, capital de la modernidad, David Harvey retrata un periodo despótico en el que la ideas grandilocuentes y a menudo vacías de contenido se imponían sobre las necesidades reales de una población famélica y humillada, el mismo pueblo que, de manera más romántica, retrató Victor Hugo en Los miserables.




Aunque la aproximación de Harvey al tema de la refundación de París es marxista, con un amplio apartado de estadísticas, datos demográficos, estudio de clases, etc., tampoco abandona el sabor de época citando ampliamente a escritores de ese periodo, (y especialmente a Balzac para su recreación de los orígenes), y a otros artistas que retrataron el París del Segundo Imperio con una agudeza asombrosa, como es el caso del genial dibujante Daumier.

Desde la perspectiva del geógrafo, Harvey consigue mostrar una panorámica de París que, con su introducción y su coda abarca todo el siglo XIX. Es un retrato basado en la confrontación social, el surgimiento de ideologías izquierdistas y de la represión de los poderes reaccionarios. Una demostración de que detrás de los fastos espectaculares casi siempre se esconde la miseria de los que pueden ser sacrificados.

Editorial Akal
Traducción de José María Amoroto Salido


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