miércoles, 18 de diciembre de 2013

El juego de Gerald, de Stephen King


El proceso es conocido: un autor goza de gran popularidad, después pasa por un periodo en el purgatorio cuando nadie se acuerda de él, y finalmente es redescubierto y puesto en valor. Lo inhabitual en el caso de Stephen King es que ha pasado por estas tres fases en vida. Si hace unos pocos años parecía ya un escritor del pasado, con sus últimas publicaciones ha logrado unas alabanzas críticas que normalmente se reservan para autores ya fallecidos.

Pero King ya había demostrado antes ser un novelista de cualidades extraordinarias. Eljuego de Gerald, publicado a principios de los años 90, es un tour de force en el que parece que el escritor se ha puesto a prueba a sí mismo con un reto en apariencia insuperable, pero que King supo solventar con maestría. Un libro de 400 páginas en el que la protagonista se pasa todo el tiempo esposada en una cama no parece un reto sencillo ni para el escritor ni para el lector, que a cada momento piensa, ¿cómo va a conseguir King llegar a la meta? Pero lo hace, entre sobresaltos, pero llega.




Aquí el terror que transmite la historia es puramente psicológico. La protagonista se asoma al abismo de la locura y tiene que luchar, más que contra las apariciones (en el doble sentido) que la acechan, contra su propio desquiciamiento. Y King cada vez le pone (se pone) las cosas más difíciles, para finalmente salir airosa (airoso), no con artificios, sino con oficio.

Le podríamos reprochar al libro las últimas 50 páginas. Tomadas aparte, son impecables y de un gran impacto, aunque al salir del escenario principal puede parecer un añadido. Pero preferimos quedarnos con la satisfacción de haber asistido a la ejecución un ejercicio de estilo resuelto a lo grande por parte de un autor al que algunos tenían catalogado como escritor de manual hasta hace muy poco tiempo.

Editorial Grijalbo
Traducción de María Vidal

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