jueves, 13 de febrero de 2014

Buscando a Mies, de Ricardo Daza


Como sucede a veces en el arte moderno (pocas veces, es cierto) en Buscando a Mies lo que empieza pareciendo un juego infantil se convierte en una genialidad. A partir de una fotografía del magistral arquitecto Mies van der Rohe, Ricardo Daza se sumerge en una investigación en apariencia fútil para averiguar en qué lugar exacto tomó Bill Engdahl esa fotografía. La identificación del edificio será cosa fácil, pero ¿dónde está exactamente Mies?

A partir de entonces el lector también se verá atrapado, incluso contra su voluntad, en este juego de precisión y descartes. Si la obra de Mies se caracterizaba por su meticulosidad, por no dejar nada al azar, por un diseño invisible que escondía detrás de su aparente sencillez una complejidad al alcance de muy pocos, Daza traslada este perfeccionismo a su relato. Un simple detalle, una sombra, puede ser la pista necesaria definitiva para desvelar el misterio.




Como en Las babas del diablo (o, sinceramente, en Blowup), el lector comienza a obsesionarse por esa fotografía intrascendente de significados ocultos. En ¿Quién teme al Bauhaus feroz? Tom Wolfe se burlaba de los arquitectos del estilo internacional y no ahorraba a Mies ninguna de sus chanzas. Si hasta un autor del calibre de Wolfe pudo caer en estas descalificaciones gratuitas es porque el arte de Mies es misterioso, dueño de un secreto que no se manifiesta a primera vista. Daza demuestra que cuando se busca con seriedad, la clave es finalmente revelada.

Una vez situado Mies, Daza continúa con sus pesquisas: ¿qué mira Mies? De nuevo nos sorprendemos con ingeniosísimos medios de investigación que nos llevarán a un emocionante desenlace. Normalmente cuando se dice que un ensayo se lee como “una novela de misterio” es mejor prepararse para farragosos textos o fallidos pastiches, pero en el caso de Buscando a Mies nos encontramos realmente ante una obra deslumbrante y sagaz.

Editorial Actar

No hay comentarios:

Publicar un comentario