jueves, 27 de marzo de 2014

Ciudad del Sol, de David Levien


Entre las múltiples categorías en la que se puede dividir el género policíaco, una de las más evidentes es la que se produce entre las novelas en las que lo más importante es el ambiente, el carácter de los personajes, la frase lapidaria, en fin, el estilo, y que suele ir asociada a la novela negra americana; y por otra parte los libros que se centran en el argumento, el caso en sí, y en los que un detective sigue un proceso cartesiano hasta alcanzar la resolución del misterio. Esta técnica es la usada tradicionalmente en los libros de detectives británicos.

Lo sorprendente en Ciudad del Sol, y ya parecía casi imposible sorprenderse en un género tan poblado como el negro, es que David Levien combina ambas aproximaciones. Por una parte tenemos esa descripción descarnada y hasta cruel de un mundo oscuro en el que impera el mal. Los personajes son implacables, las situaciones duras casi hasta la náusea y el estilo de Levien seco y sin concesiones. Pero la estructura de la novela sigue la guía de la buena construcción detectivesca: cada paso que da Behr, el investigador protagonista, tiene una lógica a prueba de bombas. Se podría dibujar un diagrama con la evolución del caso que desvelaría una precisión matemática.




Por lo demás, Levien sacia de sobra las demandas de cualquier aficionado del género: hay tipos buenos y malos y líneas de sombra; violencia muy explícita y horror soslayado; personajes principales de gran entereza y secundarios que dan sabor; una narración vertiginosa, acción a cada paso y un misterio que mantiene su poder de atracción hasta el final. También hay un sentido de la justicia que convierte a Behr en un detective modélico.

Quizá en la parte final, cuando la historia se traslada a México, los arquetipos pueden ser algo molestos, pero en cualquier caso Levien no cae en el ridículo de la parodia involuntaria. El frenesí en el que se ve envuelta la narración en todo este tramo final es suficiente para enrolar al lector en una acción sin pausa en la que el detective racional da paso al ser más violento. Aquí se acabaron las sutilezas y las deducciones: llega la hora de resolver el caso por las bravas.

Editorial Roja & Negra
Traducción de Óscar Palmer Yáñez

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