martes, 22 de abril de 2014

Los relatos del padre Brown, de G. K. Chesterton


Hay escritores que por algún motivo han quedado relegados a la segunda categoría del canon establecido. Se les aprecia, sí, se les cita con cierta asiduidad, pero no pasan de ser vistos, con cierto desdén, como “autores menores”. También hay algunos géneros que no logran alcanzar el estatus de seriedad debido, ya tengan obras maestras incuestionables y admiradores apasionados. Ambas circunstancias se dan en Chesterton y en sus cuentos del padre Brown. Pero a quién le importan las listas y la opinión de los expertos: Chesterton es un escritor más talentosos que cualquiera de ellos y sus relatos de misterio una delicia. Los relatos del padre Brown es, pues, uno de esos libros que proporciona lo mejor que la literatura puede ofrecer.

Los relatos del padre Brown recogen en un solo volumen todas las aventuras de este inteligentísimo y sagaz curilla. No se trata de un libro para leer de corrido, tanta brillantez puede acabar deslumbrando, sino para ir degustando en ocasiones especiales. De hecho, pese a la simplicidad aparente de sus enunciados, cada relato tiene una profundidad que no pocas veces tiene alcance filosófico. Se podría decir que dentro de sus múltiples niveles de lectura, uno de ellos atañe a la investigación metafísica. Un feliz dualismo entre literatura de entretenimiento y poso reflexivo.




Pero, hablando de dualismo, no se trata en absoluto de disertaciones sobre fe y razón, bien y mal, o cualquiera de los otros grandes temas sabidos. Y mucho menos, gracias a dios, de sermones. Cada relato se puede leer en un nivel básico de misterio, un caso extraño de apariencia irresoluble, pero que en su conclusión resulta tener una explicación perfectamente lógica. Ente medias, personajes excéntricos, falsas vías de investigación y deducciones que desafían la verosimilitud. Si, tristemente el lector pocas veces acierta.

Durante más de mil páginas acompañaremos al padre Brown por todo tipo de investigaciones, y sin embargo poco llegaremos a saber sobre él en el sentido biográfico. Porque lo que impera es una posición moral, un método deductivo y una postura estricta sobre hacer lo correcto. Y si a veces se puede achacar a Chesterton cierto proselitismo, su buen humor, su simpatía y su tolerancia le redimen. Aunque parezca un oximoron, Brown cree en una religión racionalista, en una explicación del mundo que combina lo material con lo espiritual. Si Holmes decía que “Cuando lo imposible ha sido eliminado, lo que quede, por muy improbable que parezca es la verdad”, Brown podría contestar “Cuando lo improbable parezca la única respuesta, piensa en lo imposible y acertarás”.

Editorial Acantilado
Traducción de Miguel Temprano García


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