viernes, 20 de junio de 2014

La bendición, de Nancy Mitford


Cuando en La buena novela sus protagonistas confeccionan el catálogo que configurará su exquisita librería cometen un error garrafal: deciden excluir A la caza del amor, de Nancy Mitford. Pese a considerar que se trata de una novela deliciosa, deciden que no cumple los requisitos exigidos para formar parte de la selecta colección de obras maestras que planean reunir. Pero el lector de A la caza del amor no solo sabe que merece incluirse en cualquier lista de grandes novelas que se precie, sino que se verá irremediablemente llevado a completar toda la obra de Mitford.

Aunque La bendición no pertenece a la trilogía completada por Amor en clima frío y No se lo digas a Alfred, comparte con ellas el mismo tono irónico, fresco y también despiadado. De hecho, pese a que el influjo de Evelyn Waugh es evidente desde la dedicatoria, el humor de Mitford puede se tan salvaje como el de Boris Vian, como queda patente en la escena de la fiesta de disfraces, cuando una pareja de bebés se mezcla y los padres deciden repartírselos por sorteo (el ganador se queda con el más mono).




Si Mitford permanece como un referente del humor inglés, e incluso una fuente de primerísima categoría para conocer la Gran Bretaña de entreguerras, en La bendición demuestra que tiene la misma agudeza para retratar el mundo de la clase alta francesa de posguerra. El cinismo, la frivolidad y la hipocresía quedan retratados de una manera que no se permite juzgar, pero que con humor desintegra todo atisbo de soberbia y grandilocuencia. El típico juego de contrastes entre ingleses y franceses da una nueva vuelta de tuerca con el que nadie queda muy bien parado.

Si Waugh se erige como el gran retratista del esnobismo, Mitford no se queda atrás en su capacidad para burlarse de este mundo de pretensiones y apariencias, vivido además desde una situación privilegiada. En La bendición no hay espacio para la cursilería ni el sentimentalismo. Así, el niño protagonista de la segunda parte, la “bendición” es un diablo maquiavélico. Pero qué esperar del hijo de un aventurero tan francés que supera las cotas de cliché para convertirse en símbolo y de una inglesa pánfila y descuidada. Los pretendientes pomposos, las amantes irredentas, los ancianos recalcitrantes, las criadas quejosas... todos los personajes contribuyen a crear un ambiente disparatado y feliz.

Editorial Libros del Asteroide
Traducción de Milena Busquets

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