jueves, 17 de julio de 2014

¡Harpo habla!, de Harpo Marx


En Guía ideológica para pervertidos el filósofo Slavoj Zizek realiza un personal análisis de la historia del cine en el que no deja de soltar hallazgos o paridas, según el punto de vista. Desde su perspectiva psicoanalística, Zizek considera a los hermanos Marx como la encarnación del Yo, el Ello y el Superego freudianos, adjudicando a Harpo el papel de Ello: un ser desinhibido, narcisista y sin cortapisas. Más allá de equiparaciones dudosas, está claro que Harpo encarnaba al más alocado de los muy alocados hermanos. Él era el disparate personificado, el niño salvaje del que se podía esperar cualquier transgresión.

Con esta imagen en mente, el verdadero Harpo Marx no puede dejar de sorprender. En su autobiografía ¡Harpo habla! se nos presenta como un niño retraído, malo en los estudios y solitario. Poco menos que un delincuente juvenil, entra en el mundo del espectáculo acompañando a sus hermanos siguiendo al perfecto plan organizado por su madre. Harpo relata el proceso de formación, desde sus actuaciones lamentables en lugares espantosos hasta la gloria y admiración universales, de manera siempre irónica, distanciada y con las gotas precisas de melancolía, pero sin caer nunca en la nostalgia de tiempos felices, pero también durísimos.




Harpo conoció a la flor y nata de la intelectualidad americana y parte de la europea. Formo parte de la tertulia del Algonquin y en diferentes y siempre cómicas circunstancias llegó a entablar amistad con G. Bernard Shaw o W. Somerset Maugham. Sin embargo, Harpo siempre se consideró a sí mismo como un analfabeto cuyo único valor entre gente de tanto rango era el de saber escuchar. En perpetua búsqueda de la broma, sin tomarse nada en serio, dispuesto a ir más lejos que cualquiera, Harpo se movía en los ambientes más selectos como lo había hecho en su humilde barrio de Nueva York: sin preocuparse de los prejuicios de los demás y pasándoselo en grande.

¡Harpo habla! no es un libro de memorias al uso, aunque mantiene un consistente orden cronológico. En realidad se trata más de una colección de anécdotas, siempre contadas por Harpo con inigualable gracia, mezcla de su inocencia y su capacidad para desmontar cualquier aspiración de respetabilidad. Es uno de esos personajes de los que se diría que le ha pasado de todo, desde ejercer de espía en la Unión Soviética a convertirse en estrella de Hollywood. Y a ninguna de estas circunstancias les de más importancia que, por ejemplo, a una partida de croquet o a su adorada harpa, su gran pasión. Para Harpo lo único importante era pasárselo bien, por cualquier medio que fuera necesario.

Editorial Montesinos
Traducción de Paloma Villegas


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