viernes, 25 de julio de 2014

La juguetería mágica, de Angela Carter


En los últimos años (quizá desde Shrek) se ha puesto de moda renovar los clásicos cuentos de hadas, por lo común añadiendo toques de humor y acción. Estas propuestas se presentan como rompedoras y buscan agradar al público moderno con distanciamiento y cierta condescendencia. Pero lo cierto es que pocas de estas revisiones se atreven a llegar a ese lado oscuro que abunda en los relatos clásicos, ese horror profundo y a menudo elusivo que convierte estas historias en apariencia infantiles en perturbadoras lecciones vitales.

Es curioso que al leer La juguetería mágica pensáramos que uno de los pocos directores que se han atrevido a dar este paso haya sido Neil Jordan. Y decimos que es curioso porque En compañía de lobos, esa estilizada, macabra e hipnótica versión de Caperucita Roja, fue escrita por Angela Carter. Sin duda, se trata de un mundo muy personal, un mundo totalmente reconocible, realista, sin artificios, pero en el que lo siniestro acecha y el hombre puede transformarse en monstruo sin necesidad de metamorfosis alguna.




De hecho, pese a su título, en La juguetería mágica no hay nada de magia, al menos de una magia perceptible. La narración es casi constumbrista, sin alejarse de los esquemas más tradicionales: unos huérfanos deben rehacer su vida acogidos por una familia excéntrica en la que todo es tan fascinante como aterrador. Poco a poco, en detalles casi imperceptibles pero que se cuelan en la mente del lector, la situación se va haciendo cada vez más incómoda, más rara. No hay juguetes que cobren vida ni fantasmas que aparezcan cuando todo está oscuro: es mucho más terrible, porque el terror es latente y real.

En este caso Carter toma como referente a Barba Azul, y a través de este personaje crea la figura del temible tío Philip, casi siempre fuera de escena, pero cuya sombra causa un pánico genuino. Con leves y esquivas referencias, con percepciones más sugeridas que explicitadas, Carter va construyendo una historia que, como muchos cuentos clásicos, puede interpretarse como una iniciación a la vida adulta, con todos los miedos que esto conlleva. Pero en este caso la salvación no llegará de mano del príncipe valiente, sino que solo podrá producirse a través del fuego purificador.

Editorial Minotauro
Traducción de Carlos Peralta

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