jueves, 24 de julio de 2014

Un hombre al margen, de Alexandre Postel



Pese a no ser uno de sus títulos más conocidos, Falso culpable es una de las mejores películas de Hitchcock. Pocas veces se ha visto tan bien retratada en una pantalla la angustia del inocente acusado de un delito, las implicaciones sociales y familiares que puede tener sobre cualquier persona el verse sometido a la injusticia en su más palmaria manifestación. En estos casos no hay final feliz posible, pues ni tan siquiera la exculpación podrá reparar el daño causado. Dos expresiones comunes pueden resumir esta sensación: “le puede pasar a cualquiera” y “le han destrozado la vida”.

En Un hombre al margen Alexandre Postel retrata a la víctima perfecta. Damien North es un personaje asocial, retraído, uno de esos profesores de provincias que normalmente pasan desapercibidos, y que si son notados es para calificarlos de excéntricos (y es sabido que solo hace falta un leve cambio en la percepción para que se pase de excéntrico a loco y de loco a elemento peligroso). Además, North pertenece a una respetada familia, lo que le sitúa en el centro de la diana para quienes buscan un objetivo ejemplarizante: la casta debe ser castigada.



Lo mejor de Un hombre al margen es la descripción minuciosa y desapasionada de Postel de todo el proceso de hundimiento; cómo un día cualquiera puede convertirse en la más terrible de las fechas, esa que ni tan siquiera puede ser nombrarda. El derrumbe es paulatino, casi natural, pero cada paso supone un paso más en el descenso hacia la desesperación. No tener nadie en quien apoyarse, sentir que nadie te cree, verse indefenso e impotente sin encontrar un atisbo de esperanza al que agarrarse: la desolación más absoluta.

Pero Postel no se limita a describir esta caída. En la novela, en la que por otra parte no hay ambigüedades ni trampas, mantiene en todo momento cierta abstracción, no sabemos el lugar ni la época precisos en que se desarrolla la acción, lo que por momentos produce cierta sensación de análisis entomológico más que social. Tampoco es casualidad que North sea profesor de filosofía, lo que da cancha a algunos apuntes sobre perturbadoras implicaciones morales. La biografía familiar del protagonista también abre posibilidades de interpretaciones históricas y reflexiones sobre la verdad y la hipocresía.

Editorial Nórdica
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia

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