martes, 5 de agosto de 2014

1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson


Se podría maliciar que la única razón de la abundante presencia en los medios de comunicación de noticias sobre la Primera Guerra Mundial se debe a la escasez veraniega de novedades, pero lo cierto es que el centenario del inicio de la guerra es una oportunidad, que no se puede dejar escapar, para recordar un momento clave en la historia moderna, cuyas secuelas siguen vivas, y a menudo de manera inquietante. El hecho de que no solo los periódicos, sino también las mesas de novedades de las librerías estén repletas de estudios sobre este conflicto indica que un interés genuino por saber más sobre la Gran Guerra, hasta ahora apartada por la omnipresente Segunda Guerra Mundial (¿cuantos documentales sobre nazis podrán realizarse antes de llegar a un colapso?).

Si nos quedamos en ciertas ideas preconcebidas, lo que estudiamos hace ya demasiados años y el recuerdo de algunas películas poco memorables, corremos el riesgo de que la Primera Guerra Mundial se convierta en algo así como la Guerra de los Siete Años: algo lejano, que no sabemos muy bien por qué se produjo ni qué consecuencias tuvo. Pero el conocimiento de esta hecatombe debe resguardarse para comprender la Europa actual y, si fuera posible, para evitar caer en los mismos errores que llevaron al desastre. Sería exagerado, como pretender algunos, ver en la situación actual un calco de las condiciones previas que llevaron a la guerra, pero tampoco deberíamos descuidar las lecciones que nos da la historia.

Entre las abundantes novedades que tratan el conflicto que han aparecido en los últimos meses, nos parece que debe ser destacada 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial, de David Stevenson. Sin duda esta guerra da para infinidad de monografías, cada detalle de la contienda puede dar para un voluminoso tomo que seguiría siendo insuficiente, pero si se quiere tener una visión general, el libro de Stevenson puede colmar todas las expectativas. Desde el contexto internacional previo que posibilito el desencadenamiento de las hostilidades hasta las secuelas que llegan hasta hoy mismo, Stevenson presenta un panorama amplio y detallado que no deja ninguna de las cuestiones principales sin resolver.




Durante el siglo que ha pasado no ha dejado de escribirse sobre los motivos de la guerra, su desarrollo y su conclusión, por lo que se hace perentoria una síntesis explicativa. Stevenson, que logra ilustrar al lector gracias a su claridad expositiva, no se centra simplemente en una narración puramente bélica, sino que dedica gran parte de su estudio a explicar la situación política, la influencia del ambiente intelectual o el sufrimiento de las personas de a pie. Cada apartado es desarrollado de manera sencilla, pero sin caer en el esquematismo, y las conexiones se realizan de manera inexorable: cada paso que lleva primero al desencadenamiento de la guerra y después a su resolución se explica de manera cuidadosa y comprensible.

Aunque Stevenson sigue una línea clásica, también tiene sus ideas propias sobre algunos temas que se han convertido en tópicos incuestionables y que sin embargo merecerían ser al menos revisados, pues los planteamientos que aporta el autor son más que convincentes. Por ejemplo, rechaza la condición casi azarosa que a menudo se da al inicio de la guerra, como si hubiera sido fácilmente evitable en el caso de que, por ejemplo, Princip hubiera errado su tiro. También es novedoso que Stevenson no busque los motivos de la Segunda Guerra Mundial en las duras condiciones del Tratado de Versalles, como se ha repetido hasta convertir esta interpretación en dogma de fe, sino que fue la desunión de los Aliados durante los años 20 y 30 la que posibilitó el ascenso de Hitler.

En cualquier caso, aquí estamos resumiendo a través de generalizaciones, algo que jamás hace Stevenson. Sus opiniones siempre son matizadas, sus explicaciones nunca son unívocas. Es evidente que un suceso tan importante como la Primera Guerra Mundial no tiene su origen en un solo motivo, y que cualquier gran episodio del conflicto, ya sea la victoria en una determinada batalla o la entrada de diferentes países en guerra de uno u otro lado, no tienen una explicación que se pueda resumir en dos frases. Por eso son necesarios libros como este, para saber que la historia no es una simple sucesión de fechas ni de ideas recibidas que se puedan repetir para aparentar un conocimiento que en realidad no se posee, sino un conjunto de hechos complejos y contradictorios que hay que estudiar con perspectiva y tratar de comprender con amplitud de miras.

Editorial Debate
Traducción de Juan Rabsseda Gascón y Teófilo de Lozoya

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