jueves, 21 de agosto de 2014

Sin blanca en París y Londres, de George Orwell


No es fácil encontrar una copia en castellano de Sin blanca en París y Londres, ni tan siquiera de segunda mano. Quizá se deba a que es visto simplemente como el primer libro de un autor que más tarde llegaría a ser muy famoso, pero en sí mismo irrelevante. Sin embargo, como todo lo que escribió George Orwell, nos atreveríamos a decir, Sin blanca en París y Londres no solo merece la pena ser leído, sino que aún hoy en día mantiene toda su vigencia. Y eso sin contar con que la prosa de Orwell siempre es una lección de escritura.

Para empezar, hay escasos libros como Sin blanca en París y Londres. Habrá pocos escritores dispuestos a morirse de hambre y pasar meses sin un techo seguro bajo el que cobijarse para experimentar en su propia carne lo que supone la pobreza más absoluta. Por eso no contamos con demasiados testimonios que combinen maestría literaria y un retrato fiel y vívido de la miseria. Por supuesto tenemos al genio de Dickens, o a Henry Miller, el indisimulado modelo de Orwell para este libro, pero en Sin blanca en París y Londres nos encontramos con una visión personal que caracterizaría al mejor Orwell.




Por ejemplo, Orwell tiene la capacidad para dar lecciones morales sin caer en el sermón. A veces pueden ser sencillos consejos como no rechazar ningún folleto que nos ofrecen en la calle, pero en otras ocasiones sus implicaciones son mucho más ambiciosas. Mejorar las condiciones de vida de los desheredados, facilitar su vida sin dar muestras de compasión ni superioridad, tratar de comprender a quien lo está pasando mal y no culparles de su desgracia. De manera literal, Orwell se puso en la piel de los marginados y, aunque fuera de manera incompleta, llegó a saber lo que sienten. Y ya no pudo ver el mundo con los mismos ojos.

El propio Orwell dice que Sin blanca en París y Londres puede leerse como uno de esos diarios de viajes, estos sí muy abundantes, solo que en lugar de retratar paisajes exóticos y culturas lejanas, Orwell se introduce en el corazón de las ciudades que tan bien creemos conocer. Pero el se centra en aquellas personas y lugares que preferimos ignorar, sobre los que habitualmente no nos planteamos preguntas ni nos preocupamos. La pobreza, tema central en la obra de Orwell, es el elefante en la habitación, el fantasma que por temor o repugnancia hacemos como si no existiera. Hay que tener el arrojo y el compromiso de Orwell para plantarle cara.

Editorial Penguin
Edición en castellano de Menoscuarto

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