Cuando
se califica un libro como “raro” lo normal es que este adjetivo
quiera decir que no se ha entendido nada, ya sea por culpa del autor
o del lector. Pero en Mister X esta apreciación adquiere otra
dimensión. Es cierto que Peter Straub maneja con fidelidad los
códigos del género de terror y que utiliza muchos elemento
habituales en este tipo de historias, ya sean paranormales (la
capacidad de desaparecer, atravesar paredes, viajar en el tiempo) o
sencillamente espeluznantes (asesinatos a mansalva, cuerpos
desmembrados, violencia sangrienta), pero la turbación que siente el
lector es más profunda.
En
un libro tan consciente de las normas del género, lo más
interesante de Mister X son sus implicaciones literarias. El
personaje que da título al libro toma la mitología creada por
Lovecraft como algo real y actúa en consecuencia, solo que sus
poderes sobrenaturales y su maldad le llevan a desatar un infierno en
el que todo es posible, y que seguro que acabará en un baño de
sangre. Pero hay algunos apuntes incluso divertidos, como el de
convertir a Mister X en un autor de terror frustrado. A saber las
implicaciones que este guiño tendrán para Straub.
Straub
no se conforma con los meandros de la narración y puebla su historia
con numerosos personajes (incluyendo un dopplegänger que
inevitablemente recuerda a Poe), que van desde lo más siniestro o lo
maquiavélico, presentando un panorama intranquilizador y una visión
totalmente negra de la especie humana. Estos personajes no son
descuidados ni gratuitos, sino que siempre aportan una nueva capa a
la historia principal, una vía de escape o de conocimiento a su
esquivo protagonista.
Pero
lo cierto es que la novela tiene muchos altibajos y cierta confusión,
que más que atrapar alejan al lector, que tiene que tomar algo de
distancia para asimilar todo lo que Straub le está contando. Aunque
los narradores están identificados (al menos en apariencia), los
saltos narrativos son tantos y tan dispares que al igual que su
protagonista, en muchas ocasiones el lector no sabe lo que está
pasando. Al principio el desconcierto es total, y a lo largo de la
narración harán falta recapitulaciones periódicas para no
perderse, hasta llegar a un final que sugiere que, ni tan siquiera
con todos los sentidos alerta, puede que nos hayamos enterado de toda
la verdad.
Editorial
Planeta
Traducción
de Cristina Pagès
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