martes, 19 de mayo de 2015

Experimento en autobiografía, de H. G. Wells


Hoy en día H. G. Wells es recordado sobre todo por sus novelas de ciencia ficción, obras como La máquina del tiempo o El hombre invisible que se pueden considerar como fundacionales. Pero curiosamente estos fueron los primeros libros escritos por Wells, y tanto su personalidad como su obra van mucho más allá de este limitado campo. Socialista convencido, ateo en una época en la que no era común admitir tal “pecado” y defensor del amor libre, Wells se adelantó a su tiempo no tan solo en su literatura, sino también en su vida.

El mismo Wells reconoce en este Experimento en autobiografía que sus novelas de temática sexual serían las primeras en ser olvidadas, pero hubiera lamentado que no fueran las únicas en pasar a un segundo plano. Su inquietud intelectual también le llevó a escribir numerosos textos políticos (su pasión siempre fue lograr la paz mundial a través de un gobierno internacional) e históricos (conocemos su Breve historia del mundo, encomiable intento divulgativo, aunque hoy ha quedado desfasado), además de numerosas novelas de gran ambición y éxito en su momento, aunque hoy se haya perdido su rastro.

En Experimento en autobiografía Wells deja claro desde el principio que a estas alturas de su vida (redactó el libro a los setenta años, cuando ya no tenía nada que demostrar), había decidido escribir el libro primero para sí mismo, y solo de manera secundaria para los lectores. A través de este experimento pretendía construir un relato de su propia vida, desenmascarar a la persona que se escondía detrás de la figura pública llamada H. G. Wells y tratar de comprender el sentido de su existencia. Desde luego, ambición no le faltaba.




Al final lo que consiguió fue un voluminoso libro muy detallado en algunos aspectos (conocemos la dureza de su humilde infancia, su lucha por conseguir un lugar prominente en una sociedad que no se lo ponía fácil a los recién llegados, sus cuitas sentimentales, sus posiciones políticas y filosóficas en todo tipo de temas), pero que pasa muy de refilón sobre su perfil literario. Wells apenas hace mención al proceso creativo ni se detiene demasiado en hablar de sus novelas: quizá pensaba que para eso ya estaban las novelas mismas.

Experimento en autobiografía también se lee como un registro de algunas de las personalidades más relevantes de su época. Como siempre pasa con este tipo de libros, es curioso cómo el autor pone a la misma altura a autores hoy todavía reverenciados, caso de Henry James o Georges Bernard Shaw, y a otros que solo sonaran a los especialistas. En cualquier caso, su juicio queda más que en entredicho cuando vemos que se rinde en alabanzas nada menos que ante Stalin, al que Wells ve como garante de la paz y la prosperidad.

Wells, de formación científica, siempre ha sido valorado por su gran inventiva y por su capacidad para crear mundos fantásticos, pero su estilo es más bien romo. En una escena que parece sacada del manual de la autobiografía literaria, Wells cuenta cómo de niño sufrió una enfermedad que le mantuvo unos meses en cama, lo que despertó su vocación literaria, ya que durante su tiempo de inactividad forzada se dedicó a devorar novela tras novela. En su autobiografía, limitado el espacio para la imaginación, encontramos a un Wells sin coartadas, precisamente al Wells que el mismo autor se había propuesto desvelar.

Editorial Berenice

Traducción de Antonio Rivero Taravillo y David Cruz Acevedo

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