viernes, 5 de junio de 2015

El verano mágico en Cape Cod, de Richard Russo


Uno de los equilibrios más delicados que debe buscar la novela contemporánea se sitúa en la balanza entre ligereza y profundidad. El camino más fácil (y cobarde) por el que transita gran parte de la literatura actual es tomárselo todo a broma, distanciarse de lo narrado y, desde una posición de superioridad, burlarse de sus personajes y de los “grandes temas”. Pero, por otro lado, el lector moderno a duras penas toleraría un tono elevado y sermoneador, como el de esos autores que parecen estar dando lecciones morales a cada vuelta de página.

Para encontrar el punto justo el autor tiene que arriesgarlo todo y correr el riesgo del ridículo, pero solo así conseguirá que su obra sea verdaderamente sincera y sentida. Además, no tendrá que tomarse a sí mismo demasiado en serio, a riesgo de caer en la pretenciosidad. En El verano mágico en Cape Cod Richard Russo consigue esta precisa (y preciosa) aleación contando la historia de Griffin y su familia, la historia de una descomposición en la que todavía hay espacio para reconciliación y la ironía.




En realidad la historia de El verano mágico es tan personal que puede parecer ya vista. Un hombre maduro con dificultades en su matrimonio tiene que enfrentarse a la muerte de su padre y asumir que la vida que ha elegido ya no da más de sí, que ya ha llegado a la línea de meta y ahora solo lo queda mirar hacia atrás, situación ante la que naturalmente se rebela, aunque sea con la torpeza e inconsciencia de un adolescente. Las celebraciones familiares (dos bodas) y diversos encuentros jalonarán su camino hacia la aceptación.

La escritura de Russo en algunos momentos también puede parecer demasiado académica, “perfecta”, en su sentido menos creativo: todas las piezas encajan de manera precisa y el mecanismo de la narración es tan transparente como predecible. Sin embargo, la honradez del autor prevalece y redime sus posibles concesiones al convencionalismo. Russo ha creado un personaje que todo el mundo puede reconocer, con la posibilidad de que pueda parecer un arquetipo, pero en realidad lo que ha retratado es a un ser humano que no nos puede ser ajeno.

Editorial Alfaguara

Traducción de Mariano Antolín Rato

No hay comentarios:

Publicar un comentario