lunes, 10 de agosto de 2015

Clockers, de Richard Price


La escena se repite en innumerables películas policíacas. El detective y el criminal por fin se encuentran cara a cara. Los dos grandes enemigos por fin tienen la oportunidad de mirarse a los ojos. Y entonces, el criminal dice “en el fondo, no somos tan diferentes”. En Clockers Richard Price toma este tópico y lo desarrolla hasta un nivel de complejidad y ambigüedad que destroza para siempre cualquier posibilidad de tomarse en serio tal afirmación.

El libro se divide en capítulos alternativos con diferentes puntos de vista. Una parte está dedicada a Strike, el joven camello que sufre una lacerante lucha interior entre su afán por ganar dinero y situarse por encima de la escoria que le rodea, y su desagrado íntimo por un trabajo que le causa una inquietud permanente e insoportable. La otra perspectiva es la de Rocco, el veterano policía de Homicidios tan desencantado de su trabajo y ansioso por dedicarse más a su familia como incapaz de dejar atrás lo que para él es su verdadera vida.




Los caminos de Strike y Rocco se cruzan en lo que parecía un asesinato más, pero que involucra a una persona de apariencia inmaculada. En la perpetua lucha entre el bien y el mal, la novela negra a menudo ha descrito la parte más oscura del ser humano como la preponderante, como si no hubiera espacio para la redención. Pero algunos autores, como Lehane o el propio Price, también se esfuerzan por buscar el lado más luminoso de la existencia, la posibilidad de escape. Mientras la maldad es una certeza, la búsqueda del bien más puro es una búsqueda ardua y repleta de reveses, pero lo importante es aferrarse a la misión.

Clockers supuso un paso fundamental en la novela negra de los años 90, y leída hoy es imposible no pensar en su influencia sobre The Wire, especialmente en su primera temporada. Con su novela Price cimentó un nuevo modelo de novela criminal en el que la vida en los barrios, la interactuación entre los narcotraficantes y las fuerzas del orden es más realista, o al menos más creíble. En la que la línea entre héroes y asesinos no está tan definida. Porque ellos no son lo mismo, pero el mundo en el que se mueven sí lo es.

Ediciones B

Traducción de Jordi Gubern

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