miércoles, 2 de septiembre de 2015

Pero... ¿quién mató a Harry?, de Jack Trevor Story


Ya desde el título Pero... ¿quién mató a Harry? apunta a ese tipo de género conocido como whodunit, esas historias que tanto le gustaban a Hitchcock, quien las elevó a una nueva categoría. Sin embargo, la realidad es que a los protagonistas de las novelas poco les importa la identidad del asesino, y al lector todavía menos. Lo que realmente le interesa a Jack Trevor Story y entretiene al lector son las situaciones absurdas y los personajes excéntricos que mientras se pasean por el campo se encuentran con el pequeño contratiempo de toparse con un cadáver.

Como se ve, puro humor británico. Y aquí es donde intuimos qué pudo atraer de este librito a Hitchcock. La novela, que se lee en un par de horas, es como una excursión veraniega, despreocupada y feliz, con momentos que se recordarán con efusión muchos veranos después. Situaciones estrambóticas y encuentros casuales que inadvertidamente tendrán unas consecuencias trascendentales... eso sí, en un mundo en el que un asesinato es poco más que un fastidio.




Jack Trevor Story relata la historia con mucha guasa y algo de picante (la cosa no va más allá), sin preocuparse demasiado por la coherencia ni la verosimilitud (lo cual también debió de agradar a Hitchcock, quien odiaba estas restricciones a la ficción). Como dice explícitamente uno de los personajes, en una novela no hay tiempo para andarse con rodeos, por lo que sus diálogos van directos al grano y el autor no se enreda en descripciones ni estudios psicológicos.

En este sentido Pero... ¿quién mató a Harry? recuerda a las novelas de Roddy Doyle, con sus diálogos vivos y su ritmo acelerado, en el que no ya el lector, ni tan siquiera el escritor parece haber releído lo que escribió el día anterior. Así pues, el libro se disfruta mientras dura, sin tener más pretensiones que hacer pasar un buen rato. Ah, y al final se desvela el misterio, pero a estas alturas, con el libro convertido en un cuento de hadas, ya casi ni nos acordábamos.

Editorial Alba

Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera

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