jueves, 8 de octubre de 2015

Cómo escribir relatos policíacos, de G. K. Chesterton


Dada la abundancia de libros con temática detectivesca (aunque para algunos nunca serán suficientes), se diría que lo que menos necesita el mundo es un volumen titulado Cómo escribir relatos policíacos, pero si vemos que el autor de dicho “manual” es G. K. Chesterton, la cosa cambia. Primero porque, como ya dijimos en otra ocasión, cualquier cosa que haya escrito Chesterton seguro que es interesante. Pero además es que este libro no solo es útil para el escritor, sino sobre todo para el lector de literatura de misterio.

Cierto que Chesterton incluye algunos consejos (más abundantes en lo referente a lo que no hay que hacer que en normas canónicas), pero lo más interesante de Cómo escribir relatos policíacos son las propuestas y las pistas para diferenciar los buenos libros del género de los malos. Chesterton no es sospechoso de minusvalorar un tipo de literatura a la que dedicó tanto tiempo (como escritor, con sus extraordinarios relatos del padre Brown, pero también como lector inagotable), y a la que consideraba a la altura, si no por encima, de cualquier otro género, y aquí explica por qué hay que mostrar respeto tanto a la tradición como al lector.




Con su habitual tono siempre irónico y repleto de paradojas, Chesterton sorprende al lector más que si se tratara de un verdadero libro policíaco gracias a sus inusuales ideas, a sus brillantes descubrimientos, a sus poco convencionales sugerencias. Por ejemplo, en un par de artículos propone la idea de dar la vuelta a los clásicos y convertirlos en novelas de misterio. Así, no sería muy difícil transformar Hamlet o La abadía de Northanger en sólidas historias de crímenes. Seguro que alguien ya le ha tomado la idea.

El lector de Cómo escribir relatos policíacos también sacará provecho de unas cuantas recomendaciones de libros y aprenderá importantes lecciones, no para resolver los misterios planteados, sino para disfrutarlos en toda su extensión y saber discriminar el ingenio de la impostura. En cuanto al aprendiz de escritor, también podrá aprovecharse de unas cuantas leyes inquebrantables que quizá se podrían resumir en: “nunca engañes al lector (con trucos baratos)” y “no te lo tomes todo en serio (pero escribe como si la vida te fuera en ello)”.

Editorial Acantilado

Traducción de Miguel Temprano García

No hay comentarios:

Publicar un comentario