martes, 20 de octubre de 2015

El ladrón en la casa vacía, de Jean-Fraçois Revel


Pese a que hace casi una década de su muerte, Jean-François Revel sigue siendo uno de los autores más peligrosos del mundo. Acercarse a sus libros es poner a prueba las propias convicciones y casi con seguridad al salir de ellos ya no se tendrán las mismas certezas. No porque el lector se contagie por ósmosis de los postulados de Revel, sino porque le habrá incitado a pensar con independencia. Revel supone el triunfo de las ideas sobre las ideologías.

En El ladrón en la casa vacía Revel realiza un particular ejercicio de memorias en el que, a través de saltos temporales y encuentros diversos, configura su trayectoria vital e intelectual sin atenerse a restricciones genéricas. Si en la primera parte es donde más destaca un estilo libre y evocador, en la segunda se centra sobre todo en sus años de colaboración y dirección de L'Express, retratando los bajos fondos de la política y el periodismo.

Antes, y haciendo gala de la extensión de sus aficiones y conocimientos, Revel retrata desde sus prometedora aunque siempre alternativa introducción en el mundo académico y su paso por la Resistencia durante la ocupación nazi, hasta su estancia en diferentes lugares del mundo (destacadamente México y Florencia, en lo que sería el inicio de su pasión viajera). En este trayecto descubriremos su sólida formación filosófica y su interés no menor en diversos campos del arte y la creación.




Por supuesto en estas idas y venidas Revel se encontrará con algunos de los intelectuales y artistas más destacados de su época. También tendrán protagonismo otros nombres cuya repercusión está más restringida al universo francés, y otros directamente olvidados. Pero en cualquier caso El ladrón en la casa vacía no es en absoluto uno de esos libros en los que el autor no deja de vanagloriarse de los famosos a quienes ha conocido, tratando de beneficiarse de su aura.

De hecho, uno de los puntos más divertidos del libro son las pullas que Revel lanza a diestra y siniestra, literalmente. Es obvio que la lucha de Revel contra los totalitarismos se centró especialmente en sus enfrentamiento con los comunistas (y algún capítulo del libro se hace un poco excesivo, al centrarse con demasiada prolijidad en sucesos ya superados), pero la independencia de pensamiento le lleva a no cortarse frente a los que supuestamente estarían más cerca de su posición.

Y es que con Revel queda patente que todavía quedan en pie muchos prejuicios que parecerían totalmente periclitados, como el de identificar a los anticomunistas con reaccionarios. Y de aquí a equipararlos con la extrema derecha solo hay un paso. Pero Revel, aun sin compartir todas sus opiniones, debería permanecer como un referente de honradez intelectual y un modelo para periodistas, tanto por su envidiable estilo (este voluminoso volumen se hace ligero gracias a su facilidad de lectura) como por su lamentablemente poco imitada coherencia y profesionalidad.

Editorial Gota a gota

Traducción de Juan Antonio Vivanco Gefaell

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