martes, 17 de noviembre de 2015

La madre, de Edward St. Aubyn


Aunque en todos los libros de la serie, más allá de los personajes recurrentes, hay un claro tono unificador, lo cierto es que cada novela de Melrose es totalmente diferente. Si en su momento ya hablamos de las peculiaridades de cada una de las partes que integraban El padre, en La madre nos encontramos por un lado con la fragmentada, diversa y embarrancada Leche materna, y por otra con la reconcentrada, reflexiva y fulminante Por fin.

En un momento de esta última, Melrose dice que desprenderse de la ironía es mucho más difícil que desengancharse de la heroína, y bien que demuestra Edward St. Aubyn lo acertado de la afirmación. Porque todo lo retratado en estas novelas es deprimente, oscuro, casi insoportable: pedofilia, adicciones varias, suicidio, desesperación... Y sin embargo, St. Aubyn es incapaz de evitar teñir todo de humor, negrísimo pero también muy efectivo.




Y no porque no se tome todo esto en serio. Melrose ha tenido una vida capaz de producir mucho más que cinco tragedias, y su caída no parece tener fin. Pero siguiendo la tradición británica, St. Aubyn logra evitar que el drama eche a perder un buen chiste. De ahí lo sorprendente de estas novelas, lo que hacen de ellas una experiencia memorable: saber sacar de tanta suciedad, de una historia abocada al desastre, la chispa del ingenio y la fuerza para continuar adelante.

También nos encontramos de nuevo en Lecha materna y Por fin con la habilidad de St. Aubyn para crear personajes redondos. Ninguno de los retratados tiene un pase, empezando por el autodestructivo Melrose y pasando por cada uno de los patéticos asistentes al funeral de su madre. Pasear por esta recepción es asistir a un desfile de seres horribles que abarcan todos los matices de la repulsión humana. Y lo bien que nos lo hacen pasar.

Pero por supuesto también hay espacio para personas más humanas. En Lecha materna conocemos a Robert, el hijo mayor de Melrose, con una inteligencia y una capacidad de observación impropias en un niño de su edad, y que aporta un punto de vista clarividente. Su madre y su hermano completarán la posibilidad de una forma diferente de tomarse la vida. Entre tanto cinismo, obsesión por el dinero y maldad en estado puro, Melrose descubrirá que todavía tiene la opción de elegir vivir. Solo depende de que cambie de opinión, eso tan difícil de conseguir.

Editorial Random House

Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

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